No va haber un Golpe de Estado
Por Lic. Rodolfo Florido
La clase política (obviamente estoy generalizando) está tan tranquila que no va haber un Golpe de Estado que no les importa especialmente la opinión de la gente.
Es como que saben que de una u otra manera los van a terminar eligiendo. Algunos dirán… “pero solo votó el 50%”. No les importa. De cualquier manera ganarán o serán legisladores, diputados, senadores, concejales, gobernadores, diputados provinciales, Ministros, Secretarios o asesores rentados de algunos de ellos.
Todos cobrarán un jugoso salario aunque hayan sacado el 40% del 50% de los que fueron a votar o sea un miserable 20% real y aunque la ausencia tenga un mayor porcentaje que la presencia y que cualquier presunto ganador. No les importa.
No va haber un Golpe de Estado. Gracias a Dios nuestras Fuerzas Armadas ya no tienen la percepción de sí mismas de que deben hacerse cargo cuando la política fracasa mientras el pueblo es un espectador pasivo de sus propias vidas.
No va haber un Golpe de Estado. Los ciudadanos son ahora quienes deben corregir el resultado de sus errores o de las traiciones recibidas. Si no lo hacen deberán vivir con las consecuencias de sus inacciones.
No va haber un Golpe de Estado, para que los Emerencianos de la vida dejen de pulular entre los intersticios de una política perversa, el silencio cobarde, cómodo o ausente de una población que durante años supo que el autoritarismo disfrazado de negocios inconfesables se los iba a llevar por delante tomando vidas de inocentes. Vidas que hoy seguirían con sus sueños si el silencio de tantos no hubiera alimentado a los peores.
No va haber un Golpe de Estado aunque hace años hubo periodistas que denunciaron esto pero nadie escucho hasta que la muerte en épocas de elecciones transformó el asesinato en una bandera tardía.
No va a haber un Golpe de Estado para que la adolescencia social pueda descargar sus fracasos en un orden impuesto que presume ser mejor como sino hubiera formado parte del mismo pueblo que coloca sus culpas en otro lado antes que reconocer sus propias fallas.
Porque la sociedad está desesperada por recuperar el orden pero se aterra cuando alguien le dice que el orden, en todos sus aspectos, económico, político, social, seguridad y cotidiano, tiene un precio que pagar.
La libertad no es gratis,
La libertad supone aceptar que nosotros –como individuos y como sociedad- construimos nuestros éxitos y también nuestros fracasos. Un ejemplo muy simple. El 40/50% que no va a votar perdió el derecho de juzgar los resultados por las decisiones del60/50% que si va a votar.
No va haber un Golpe de Estado porque ya aprendimos que queremos vivir en libertad. Solo nos falta aprender a pagar el costo y entender que la libertad no es un bien transable que tiene un precio en la vidriera, sometida a la presión de las ideas, los sobres y los retornos.
Ya sabemos que gritar… “que se vayan todos”… fue una expresión vacía y de una bronca infantil y auto complaciente. No se fue nadie y aquí seguimos, enterrando muertos con la pobre expectativa de que no nos toque.
Yo tengo derecho a ver una película pero tengo que pagar la entrada. No es gratis. Nada es gratis en la vida y no va haber un Golpe de Estado para volver a anestesiar nuestros repetidos fracasos.
El mundo y su historia están repletos de situaciones desbordadas que dieron inicio a grandes cambios. A veces positivos a veces nefastos, desastrosos. La Revolución Rusa, la Revolución Francesa, el nazismo, el fascismo, la Primavera Árabe, etc.
No va haber un Golpe de Estado pero debemos corregir el rumbo hacia el abismo al que nos quieren llevar los que siempre ganan cuando todos pierden.
No podemos ser como el suicida que saltó desde el piso 20 y al pasar por el piso 10 mira la ventana levanta el pulgar y dice… “hasta ahora y hasta aquí va todo bien.
Tenemos que entender definitivamente, como sociedad, que no alcanza con saber adonde no queremos ir si no sabemos hacia donde queremos ir. Como no alcanza saber lo que no quiero sino sé que es lo que quiero. ¿Por qué? Porque no va haber un Golpe de Estado para disimular nuestros fracasos.