Facturas de ayer, la tendencia que impone la crisis en el conurbano

Aunque los números gruesos de la economía hablan de una incipiente recuperación, la pérdida del poder adquisitivo de las familias es tan profunda que se traduce en nuevos hábitos cada vez más arraigados que tienen que ver con menos consumo y de menor calidad.
Esto ocurre porque, si bien según el Indec los salarios pasaron a ganarle a la inflación, esa inflexión no se dio en todos los sectores de la economía formal de manera homogénea y mucho menos en los de la economía informal. En el conurbano bonaerense abunda la informalidad y son cada vez más los que recortan sus gastos porque no pueden hacer frente a las subas pequeñas pero constantes que tienen los bienes esenciales como, por ejemplo, los alimentos.
Las panaderías son uno de los escenarios de estos cambios de hábitos de consumo obligados por la crisis. Según Raúl Santoandré, titular de la Federación de la Industria Panaderil bonaerense, en los últimos meses hubo una caída de ventas tan grande que muchos locales optaron por dejar de producir productos de confitería, que son más caros, para dedicarse sólo a lo que la gente compra.
“Lo de confitería ya va quedando en el olvido. Hay panaderías que ya no tienen bombones ni tortas ni masas y se van reconvirtiendo, venden empanadas, tartas, café”, explica el Santoandré, que advierte que en este contexto, pese a la suba de las materias primas, tampoco pueden aumentar los precios. “Desde noviembre no tenemos variación de precios, pero sí de costos. En los últimos 20 días subieron 15% los huevos y hubo subas en las grasas y margarinas. Todo por encima de la inflación”, afirma.
Esta falta de clientes por la retracción de consumo hace que muchas veces sobre producción en los locales. Es por eso que varias panaderías del conurbano empezaron a vender las facturas del día anterior para no tirarlas. “Por los altos costos que tenemos, lo que nos va quedando lo tenemos que defender y vender antes de que se eche a perder, porque nada tiene conservantes”, dice Santoandré.
En su panadería de Lanús, por ejemplo, la docena de facturas sale 6600 pesos, pero si el cliente quiere comprar las medialunas del día anterior el precio baja a 3500 pesos.
Es una manera de enfrentar la crisis y sobrevivir, pero no de resolverla. Para eso, el titular de la Federación de panaderos reclama políticas de Estado. “Hay que impulsar de nuevo el crecimiento de las pymes, que son las generadoras de empleo”, concluye.