Tiene 5 años, denuncian que IOMA le niega una oportunidad recuperar su vida normal

Coco todavía no terminó el jardín y está viviendo una pesadilla por culpa de las trabas administrativas de la obra social IOMA. El nene padece encefalitis autoinmune, estuvo al borde de la muerte, pero fue fuerte y evolucionó lo suficiente como para pelear por la chance de volver a tener una vida normal. Sin embargo, las trabas burocráticas lo mantienen encerrado en una terapia intensiva pese a que ya tiene el alta y todos los días convive con el sufrimiento que se vive en ese sector del sanatorio en vez de enfocarse en su recuperación.

Joha, su mamá, relata el infierno por el que pasó la familia en los últimos meses. “El 7 de diciembre lo dejamos en el jardín. Había acto, él iba a actuar.  Estábamos buscando lugar para sentarnos y nos vinieron a decir las maestras que estaba convulsionando”, cuenta.

Coco había tenido una crisis y tuvo que pasar la noche en el hospital de su pueblo, Carhué. Como al otro día volvió a convulsionar, lo derivaron al Hospital Penna de Bahía Blanca, donde pasó cinco días hasta que los médicos resolvieron inducirlo al coma. Tres días después fue trasladado al Sanatorio Güemes de la ciudad de Buenos Aires.  “Nos dijeron que podía pasar que se despertara en una semana, en un mes o que no se despertara nunca”, recuerda su mamá.

Todos pronosticaban lo peor, pero Coco sacó fuerzas de adentro, despertó, empezó a mejorar y, después de 3 meses, tuvo el alta para empezar una rehabilitación en un centro especializado.

Sin embargo,  lo que era una buena noticia pronto se convirtió en una pesadilla. “El 3 de marzo nos mandan al Santa Catalina, un centro de rehabilitación. Pero la atención no fue buena. Al neurólogo no lo vimos jamás, nos decían que no se podía hacer nada”, relata su mamá. “Constantino se quedó sin medicamentos, no nos avisaron para hacer el reclamo y terminamos gastando 90 mil pesos por mes en remedios. Vivíamos gracias a la ayuda de nuestros vecinos de Carhué” dice. Y denuncia que en ese centro, supuestamente dedicado a tratar este tipo de pacientes, le daban remedios que lo deprimían y lo querían devolver al Güemes.  “Querían que mi hijo esté dormido y no moleste”, cuenta indignada. “IOMA no nos dio ni la silla de ruedas”.

 Finalmente en el Santa Catalina les dijeron que Coco tenía que ser operado. Fue trasladado una vez más al Güemes donde IOMA brilló por su ausencia otra vez y los papás tuvieron que hacerse cargo de los gastos para evitar demoras. Cuando quisieron volver al instituto de rehabilitación, se encontraron con que ya no tenían cama ahí.  Por más que reclamaron, no tuvieron respuestas y se quedaron en la calle. 

“Empezamos a buscar centros de rehabilitación en Buenos Aires porque él todos los meses tiene que ir al Güemes a pasarse la medicación. En el único lugar que hay lugar es en el ALCLA, pero el problema es que no tiene convenio con IOMA. Ellos lo aceptan sólo si IOMA paga 3 meses antes. Ya hay un antecedente de un paciente con contraprestaciones que fue aceptado” dice Joha. La familia no puede costear el tratamiento porque sale carísimo. “Vendiendo los dos autos que tenemos con mi papá y la casa de Carhué podemos pagar apenas 3 meses de internación”, cuenta desolada.

IOMA no les da respuesta. “Yo pido que hagan el mismo camino que hizo el otro chico internado, que también tenía IOMA. Los médicos dicen que tiene mucha potencialidad para salir adelante, pero pasan los días, los fines de semana y él sigue internado en terapia intensiva pese a tener el alta, a la espera de una resolución administrativa. Él merece su rehabilitación”, cierra.

La familia está juntando firmas para lograr que IOMA les cubra el tratamiento de rehabilitación. Si querés ayudar podés sumar tu apoyo en www.change.org/TodosPorCoco