La mujer que hizo de la calle su hogar y trabajo
Debe haber muy pocos vecinos de Avellaneda que no conozcan a la querida Amanda, quien se dedica a cuidar los autos hace 37 años en el Centro de la Ciudad. La reconocida “trapito” arrancó como “tarjetera” cuando existían las ventas de tarjetas de estacionamiento y ahora, desde hace ya un tiempo, se afianzó como “la cuidadora” de los días de cancha. “Ahora sólo estoy cuando juegan Racing o Independiente y me sorprendo año tras año porque ya atiendo a los hijos o nietos de mis primeros clientes. Es muy lindo la clientela que armé y estoy muy agradecida a ellos”, afirmó.
“La flaca” –como la llaman varios de sus conocidos- tiene 73 años, nació en Rosario (Santa Fe) y a los 19 años se “escapó” de su casa para buscar un destino: “Me fui a Mar del Plata en busca de trabajo y resulta que ahí me convertí en la primera mujer vendedora de helados”, recordó sonriente. Enseguida, orgullosa, afirmó: “La verdad que la rompí como heladera, pero como todo, en un momento se terminó” (risas). Y luego de deambular por otros trabajos inestables, decidió viajar a Buenos Aires. Estuvo casada en dos ocasiones, pero fue víctima de violencia de género: “Las parejas que tuve me maltrataron y golpearon terriblemente, por eso, cuando me separé de mi segundo marido nunca más tuve a alguien a mi lado. Quede muy dolida por lo vivido”.
Sin embargo, en las calles de Avellaneda (especialmente por la zona de la intersección de Avenida Belgrano y Palaa) encontró un lugar donde recibió respeto y cariño. “Acá me conocen todos y me dan un amor muy especial. Yo la pasé muy mal en varias oportunidades, pero las personas que viven o trabajan por estas cuadras me roban una sonrisa siempre, a varios los considero mis amigos”, contó emocionada.
Un día especial
Por ejemplo, en esta jornada, que se conmemora el Día de la Mujer, a Amanda se la pudo
encontrar en varios comercios de la zona, ya sea intercambiando chistes o buscando alguna palabra de cariño: “Hoy sólo vine a que me abracen, me digan ‘feliz día’ y me den un beso. Hace mucho tiempo vivo momentos muy duros, en especial en lo laboral durante la Pandemia, y acá tengo un refugio para olvidarme un poco de todo lo malo”.
Una todo terreno
“La trapito” es mamá de siete hijos, alquila “una muy humilde casita” en su siempre amada Avellaneda y lo único que le pide a la vida es tener “amor y trabajo”. “Como soy muy creyente, todas las noches le pido a Dios que me de fuerzas para trabajar y que me proteja de lo malo que me puede pasar en ese ambiente”, señaló.
Amanda tuvo que afrontar la adversidad y el sacrificio desde muy chica y siempre necesito de su fuerza interior para salir adelante y ganarse el pan de cada día. Aunque reconoció que en varias oportunidades le cuesta “levantarse de la cama” para “lucharla una vez más”, nunca se da el permiso de bajar los brazos: “Tengo un dolor muy fuerte en el alma, que no puedo llegar a descubrir o explicar qué es realmente, pero cuando estoy con los clientes o los amigos-vecinos, me la paso riendo o haciendo payasadas, porque la vida es un sola y hay que llevarla lo mejor posible”.
– ¿Sos feliz?
– No (no pudo contener las lágrimas); casi todas las noches lloro o directamente no duermo. Pasé una vida muy difícil, no sé por qué me tocó todo eso a mí, pero acá estoy, firme a pesar de todo.
La historia de “la trapito de Avellaneda” es uno de los tantos testimonios que se reflejan en este 8 de Marzo, donde se conmemora a las mujeres que la pelean incansablemente para salir adelante. Y Amanda es una de ellas.
Por Matías Alba – Redacción Bendito Conurbano.