Kicillof sufre por su futuro

Kicillof sufre por su futuro

Por Lic. Rodolfo Florido

En el barrio le dirían… tenés el boleto picado.

Por absurdo que parezca, en nuestro país se puede ganar cómodo una elección y estar peor después del triunfo que antes del mismo.

¿Por qué?

Extremadamente simple y tortuosamente complejo.

En el peronismo al perder la elección nacional, perder diputados y perder provincias, la voracidad por los cargos que quedan se hace antropófaga. Además muy pocos quieren mudarse muy lejos de sus casas. Y así, la lucha por un carguito que haga más tolerable la abstinencia del poder, se hace salvaje; entre ellos y con el dador máximo, o sea Kicillof.

El petiso como lo llaman internamente, se siente acorralado.

Por un lado está repleto de pedidos para dar cargos, no empleos, cargos, a ex funcionarios que buscan, como se dice el Martín Fierro, “un palenque ande rascarse”.

Y ahí radican los problemas para el pobre Gobernador.

  1. Ya no tendrá el oleoducto de dinero que el Gobierno Nacional le enviaba para que su triunfo compense sus pérdidas y le permitiera arrastrar un triunfo nacional que no llegó.
  2. Todos le reclaman lugares, que por cierto ya están ocupados, o en defecto que cree nuevas funciones. Y la plata no alcanza ni siquiera para los propios.
  3. Kicillof sospecha que lo están colonizando con cada pedido de cada perdedor. Algunos le recriminan, por lo bajo, que no se jugó a ser Presidente y que por su fallida candidatura todos fueron arrastrados al ostracismo de la derrota. Dicen en bambalinas… él, ahora tiene la obligación de rescatarnos.
  4. Algunos pocos buscan un carguito en las Intendencias peronistas pero no les gusta ser funcionarios con demandas populares, sueldos magros y cajas chicas, en Municipios con menos obras públicas y reducidas a sus propios recursos coparticipables.
  5. Y como si todo esto fuera poco, a Kicillof no le queda más remedio que intentar ir por la Presidencia, sin dinero, apretando el presupuesto y con Intendentes que reclaman más de lo que dan. Otra vez el dicho popular de que no se puede ser Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y luego ser Presidente, suena como una maldición cierta.
  6. Casi como que a Kicillof solo le resta una planificar una salida ordenada. La Cámpora no lo quiere, los Intendentes lo ven demasiado pudoroso para sus negocios espurios y en consecuencia a nadie le interesa su futuro.

Es más que lógico suponer que la Provincia de Buenos Aires navegará aguas turbulentas mientras no encuentre un cauce natural que Kicillof no puede ofrecer. Solo les queda hacer la plancha y esperar que la corriente los deposite en playas con destinos que el Gobernador no puede ofrecer.

Al peronismo lo atraviesan crisis profundas de futuro. Sergio Massa tomará distancia esperando que el futuro se le acerque sin mayores esfuerzos si Milei se equivoca, Juntos por el Cambio no encuentra un cauce que sostenga su unidad y el peronismo no encuentra un líder natural.

Cristina ya no es la que fue y solo le resta negociar parcelas mínimas de poder residual. De hecho, no son pocos los peronistas que ven con agrado que el estilo del látigo de siete puntas de Cristina ya no encuentre los cuerpos para ser flagelados. Entienden los liderazgos fuertes pero no les gusta ser golpeados por los fracasados o fracasadas con destino de tobillera electrónica.

Juan Schiaretti puede intentar retomar su senda ascendente luego sacar un digno porcentaje electoral y mostrar una buena calidad de debate con destino a futuro. La edad no le juega a favor. Hasta la próxima elección va a bordear los 80 años y esta sociedad está demandando un gran cambio generacional aunque eso no garantice nada.

Tiempos difíciles estos en que la ciudadanía apostó por lo desconocido esperando que le resuelva lo que lo conocido no pudo. Alejandro Dumas decía… No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.

De hecho como pueblo no tenemos ni idea en que terreno hemos incursionado, solo le pusimos nombre y apellido a una imagen distinta proveyéndole todos unos pedazos de nuestras aspiraciones fallidas de un pasado que nos frustró.

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