“Efecto tijera”: la inflación cae pero la clase media no lo siente

La inflación de mayo fue del 1,5%, el índice más bajo de los últimos años. Los alimentos fueron el principal factor que impulsó el descenso. Sin embargo, un dato no menor explica por qué las familias de clase media siguen sin experimentar en sus bolsillos lo que reflejan los números oficiales. Los servicios, las tarifas y rubros como salud y educación subieron casi el doble del índice general.
En concreto, vivienda, agua, electricidad y gas aumentaron un 2,4%, salud, un 2,6%, comunicación (que engloba celulares, tv por cable e internet) un 4,1% y educación un 1,9%. Estos valores están muy por encima del 0,9% de prendas de vestir y el 0,5% de alimentos y bebidas, bienes que tuvieron casi nula variación por una cuestión estacional y por la estabilidad cambiaria.
Esta nueva distribución de los aumentos reformuló el esquema de costos y gastos al interior de las familias, sobre todo las de clase media, que pueden permitirse consumos que van más allá de la alimentación. A esto los especialistas lo denominan “efecto tijera” y consiste, principalmente, en readecuar los consumos y los hábitos para poder asumir el pago de tarifas y servicios privados como la TV por cable, las plataformas de streaming o internet.
Finalmente, para esta franja social, el aumento de los servicios (que en el año acumula un 72%) significa un encarecimiento del costo de vida, que difícilmente es alcanzado por los ingresos. Esto se refuerza con la decisión del Gobierno de pisar las paritarias y no homologar aumentos superiores al 1% mensual.
Según un estudio de la UBA, “Durante el primer año del gobierno de Javier Milei, el consumo de los hogares argentinos atravesó una profunda reconfiguración. El aumento desmedido de los precios relativos, especialmente en servicios esenciales, obligó a rediseñar las canastas de consumo, desplazando bienes tradicionales, como por ejemplo carne vacuna, indumentaria, entre otros, resignando así calidad de vida. En particular, la clase media no solo vio deteriorarse su poder adquisitivo, sino también su acceso a bienes y actividades que históricamente definieron su posición social”.
Desde diciembre de 2023, la luz aumentó un 390%, el gas un 631%, el transporte 707% y el agua, 350%, cifras que ni por asomo fueron acompañadas por aumentos salariales similares, que subieron en promedio un 119%. Esto hace que los hogares deban destinar una porción más importante de sus ingresos a costear las tarifas en detrimento de otros gastos en consumo.
El informe de la UBA concluye en que pese a la baja de la inflación general “hay una erosión del poder adquisitivo y un retroceso social debido a que los salarios resultan insuficientes para mantener la posición social”.