Datos alarmantes de la UCA: más de la mitad del país es pobre y en un año casi se duplicó la indigencia
Los efectos sociales de la espiral inflacionaria que se vivió desde que asumió el nuevo gobierno empiezan a reflejarse en indicadores que asoman muy preocupantes. Según los datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, en el primer trimestre de este año la pobreza alcanzó el 55,5% de la población, esto representa unos 24,9 millones de personas que no alcanzaron a cubrir los gastos de la canasta básica total.
Pero lo más alarmante es el aumento de la indigencia, que pasó de 9,6% en 2023 a 17,5% en 2024. En números concretos, esto significa que 7,8 millones de personas no tienen para comprar los alimentos básicos del día a día.
Gran parte de esta crítica cifra se explica por el impacto de la suba de los alimentos en los bolsillos de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Otro dato muy llamativo es el aumento de la inseguridad alimentaria. Este indicador mide la cantidad de personas que no tiene un acceso regular a los alimentos nutritivos y necesarios para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable. Según el informe de la UCA, “la inseguridad alimentaria total para áreas urbanas relevadas por la encuesta del ODSA-UCA, alcanza al 24,7% de las personas, al 20,8% de los hogares y al 32,2% de los niños, niñas y adolescentes. Por otra parte, se encuentran en una situación aún más grave, con inseguridad alimentaria severa el 10,9% de las personas, el 8,8% de los hogares y el 13,9% de los niños, niñas y adolescentes. Al considerar el AMBA, los valores de inseguridad alimentaria total se ubican en el 26,4% de las personas, el 21,8% de los hogares y el 35% de niños, niñas y adolescentes. Al considerar la inseguridad alimentaria severa se ubican en 9,9%, 12,7% y 16,5%, respectivamente”.
En medio del escándalo por el reparto de alimentos, que puso en el foco de las críticas a la administración del Ministerio de Capital Humano, los datos de la UCA reflejan la urgencia con la que se necesita la intervención del Estado en el día a día de las familias que están en los estratos más bajos de la sociedad. Un Estado que, justamente, tiende a retirarse en lugar de estar presente.