Crisis de consumo y producción: números rojos en la industria textil

La retracción en el consumo, los salarios que no despegan y la fuerte apertura de las importaciones pusieron en jaque al sector textil, que vive una crisis profunda que no parece tener solución en el corto plazo. Según un informe de la fundación Pro Tejer, ya se perdieron unos 11.500 puestos de trabajo, cerraron unas 380 empresas y las fábricas trabajan al 57% de su capacidad. Este panorama sólo augura más pérdida de rentabilidad y más achicamiento, lo que se traduce inevitablemente en más despidos.
Siempre de acuerdo a datos de la Fundación Pro Tejer, entre enero y julio de este año la producción textil cayó un 14,5%. Según los empresarios, desde el gobierno vieron en la apertura de las importaciones una forma de bajar los precios de la indumentaria sin considerar el daño en efecto dominó que esa medida provocaba. A ese esquema cambiario que abarata las importaciones y encarece las exportaciones, se sumó una política de ancla de salarios y jubilaciones retrajo aún más las ventas y generó una verdadera tormenta perfecta.
“Se vio un fenómeno de consumo disociado: la clase alta pudo acceder a bienes de consumo pero las clases medias y populares sufrieron más que proporcionalmente por la suba de servicios”, sostuvieron desde la Fundación. Y explicaron que “el peso de los gastos en servicios, alquileres y transporte achicó mucho lo que queda del salario para poder consumir bienes como la ropa”.
Los empresarios concluyeron que para ellos, “la industria está fuera de la consideración de este modelo” impulsado por el Gobierno. “Hicieron cosas para no darle competitividad a la industria” dicen desencantados. El panorama no es alentador. Ni ahora ni en el futuro cercano.