Calles salvajes: matar por una moto

Calles salvajes: matar por una moto

En los últimos días, distintos barrios de Quilmes, de Moreno y de La Matanza se convirtieron en escenario de violentos robos, en los que el común denominador fue la fría decisión de los delincuentes de matar.

El sábado asesinaron a Danilo, de 20 años, de un tiro en el pecho a las 2 de la tarde, a plena luz del día, en Bernal. Trabajaba como repartidor y estaba llevando un pedido para cobrar 200 pesos. Antes hacía el delivery en bicicleta, pero se compró la moto pensando en aumentar sus ingresos para poder abrir un gimnasio con sus amigos. Su sueño, al igual que su vida, se desvaneció en un instante.

El domingo le tocó a Hernán, de 39 años. Decimos “le tocó” porque es una suerte de ruleta rusa que se juega en algunas calles del conurbano. Manejaba junto a su pareja por el cruce de Belisario Roldan y La Piedad, en la Reja, Moreno, cuando dos delincuentes se pusieron a la par de su moto y lo ejecutaron sin mediar palabra. Hernán cayó sin vida al costado del asfalto y mientras su novia corría en shock, los ladrones se llevaron su vehículo. Desconsolado, su papá Luciano lo describió horas después como “un ángel”.

El tercer hecho ocurrió el lunes en Isidro Casanova. Ivan, de 44 años, iba en su moto y los delincuentes lo persiguieron y directamente lo cazaron. Cuando pudieron ponerse paralelos a él, lo desestabilizaron a patadas, lo tiraron al piso y le robaron. Ivan se salvó de milagro, pero terminó internado, con fractura de clavícula y distintos golpes en el cuerpo.

La fría estadística dice que el robo de motos aumentó 50% en el último año, que la mayoría de los asaltos son a mano armada y ocurren principalmente en las zonas sur y oeste del conurbano. Según relevamientos de las compañías de seguros, hay modelos que los motochorros buscan más que otros, porque los ayudan a moverse con mayor agilidad y después descartarlas. Las que encabezan ese ranking son, en general, las motos de baja o media cilindrada que, paradójicamente, son las que usan las personas menos recursos.

Lautaro, repartidor de la zona de Quilmes, reconoce que salen a trabajar con miedo, sobre todo cuando tienen que atravesar lo que ellos llaman las “zonas rojas”, porque hay poca o nula presencia policial. “La situación es crítica”, admite después de dos días de protesta en la que no obtuvieron ninguna promesa concreta de las autoridades municipales con respecto a la inseguridad. Resignado, sabe que no hay soluciones de fondo y también sabe que andar en una moto por la provincia es, en estos tiempos, arriesgar la propia vida.

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