UN CONURBANO CON CADA VEZ MÁS POBRES
Las constantes subas en el rubro alimentos golpean a los sectores vulnerables que destinan casi todos sus ingresos a comprar comida y a pagar vivienda. Ya se habla de más del 40% de pobreza.
En enero, la inflación fue del 6%, pero los alimentos y bebidas subieron un 6,8%. En febrero, el índice general fue del 6,6% y los alimentos aumentaron 9,8%. Esto pone mucha presión en las canastas básicas, que son las que determinan la línea de pobreza. Y por supuesto, también en las familias, que ven que la plata cada vez les alcanza para menos. Los analistas estiman que la cantidad de pobres ya supera el 40% y que seguirá creciendo este año.
“Las últimas estimaciones están marcando que la pobreza de los últimos 6 meses estaría en torno al 42%. Es un nivel muy alto”, detalló Federico Moll, director de la consultora Ecolatina Analytics y se mostró pesimista con respecto a los precios para el resto del año: “de aquí en adelante será difícil encontrar números de inflación por debajo del 6%”.
El último dato de la pobreza es de septiembre de 2022, y señala que en ese entonces había 36.5% de la población bajo la línea de pobreza, lo que equivalía a más de 17 millones de personas. Pero desde ese momento, las canastas no pararon de subir. Hoy se requieren $177.063 para no ser pobre, un 8,3% más que en enero, un 16,1% más que en diciembre y un 111,3% más que hace 12 meses. Una evolución de precios que no estuvo acompañada, ni de cerca, por los sueldos de la gente.
El combo es preocupante: el alza de los alimentos, sumado al deterioro real de los salarios empuja a los consumidores con menos recursos por debajo de la línea de pobreza. Sobre todo en los barrios del conurbano, donde la gente compra en comercios de cercanía -almacenes y supermercados chicos- que están fuera de todos los acuerdos de regulación de precios promovidos por el Gobierno.
El próximo 30 de marzo el Indec publicará el primer dato de pobreza de 2023. El segundo se dará a conocer en septiembre, justo antes de las elecciones. Todas las proyecciones son pesimistas y algunos analistas sostienen que el único factor que puede actuar como un ancla ante la inflación descontrolada son las expectativas de un cambio.