Los desafíos del Gobierno de Rodrigo Paz en Bolivia

Los desafíos del Gobierno de Rodrigo Paz en Bolivia

A solo 20 días de haber asumido la presidencia de Bolivia, Rodrigo Paz enfrenta un escenario que combina el peor legado económico en cuatro décadas con una crisis política inédita: una fractura abierta con su propio vicepresidente que, según el análisis del Estudio San Martín, constituye un verdadero “cisne negro” con capacidad de desestabilizar al nuevo gobierno antes de que este pueda desplegar su agenda.

El informe advierte que Bolivia ingresa en esta nueva etapa con una economía devastada por dos décadas de políticas estatistas del MAS. Las cifras son contundentes: Reservas internacionales prácticamente en cero,  escasez severa de dólares, subsidios a los combustibles insostenibles (US$ 2.900 millones anuales) y un déficit fiscal proyectado entre el 9,2% y el 11% del PBI.

A ello se suma la denuncia del propio presidente Paz, quien asegura que el Estado fue “saqueado” y que existen pérdidas por casi US$ 15.000 millones, una herencia fiscal que describió como “una autopsia”, no un diagnóstico.

En este contexto el gobierno anunció un paquete de medidas para estabilizar la macroeconomía, reducir el déficit y atraer financiamiento externo. Sin embargo, cualquier avance se enfrenta a un campo minado: los ajustes, especialmente la reducción de subsidios, amenazan con desatar protestas de transportistas, gremios productivos y movimientos sociales, tradicionalmente activos y combativos.

La reciente decisión de los panificadores de aumentar el precio del pan ante la falta de insumos subvencionados es señal de un clima que puede escalar rápidamente.

Pero el punto más crítico señalado por el informe de Alejandro Cutri, director del Estudio San Martín, es la ruptura temprana y sorprendente entre Rodrigo Paz y su vicepresidente, Edmand Lara. A poco de iniciado el mandato, Lara acusó públicamente al presidente de mentiroso, cínico, incompetente y de rodearse de personajes “manchados por la corrupción”. Además, amenaza con movilizar bases sociales y policiales, y exigió la renuncia del ministro de Gobierno.

La confrontación ya provocó protestas en La Paz y tensiones dentro de las Fuerzas Armadas, encendiendo alarmas sobre la posibilidad de un gobierno dividido y complicado para ejecutar decisiones clave en un momento de emergencia nacional.

El análisis concluye que Bolivia enfrenta una tormenta perfecta donde los dos riesgos mayores —la crisis interna en la cúpula presidencial y el ajuste económico inevitable— se retroalimentan peligrosamente.

Sin coordinación ejecutiva, advierte el informe, el gobierno boliviano podría perder capacidad para comunicar y ejecutar las medidas económicas, lo que abriría la puerta a protestas masivas, bloqueos y una parálisis institucional. Los próximos 2 meses serán clave.

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