Juegos de mesa contra celulares en las escuelas porteñas
En un contexto donde la infancia y la adolescencia están marcadas por la hiperconectividad, una campaña del Gobierno porteño busca revertir una tendencia cada vez más temprana: el acceso al celular a edades sorprendentemente tempranas. Se trata de llevar juegos de mesa a los colegios para reemplazar a los dispositivos electrónicos durante los recreos.
Según el informe Kids Online Argentina 2025, elaborado por Unicef, el 95% de los chicos entre 9 y 17 años ya tiene su propio celular con conexión a internet, y el acceso promedio al primer dispositivo se da a los 9,6 años.
Este uso tan precoz de la tecnología abre interrogantes urgentes sobre el impacto que puede tener en el desarrollo emocional y social de los chicos. En ese escenario, nació la campaña “Aprendé a Desconectar”, una propuesta innovadora que pone el foco en el equilibrio entre el mundo digital y el real.
La iniciativa comenzó con una acción concreta: la distribución de kits de juegos de mesa en escuelas secundarias estatales de todo el país. El objetivo es recuperar el recreo como espacio de encuentro y fortalecer habilidades sociales en una etapa crítica del crecimiento.
Cada institución recibe una caja con juegos clásicos como Pictionary, Carrera de Mente, UNO, Jenga, Cuatro en Línea y sogas para saltar. Los materiales no fueron elegidos al azar: apuntan a fomentar el trabajo en equipo, la creatividad y el movimiento, tres dimensiones muchas veces desplazadas por la pasividad del tiempo frente a la pantalla.
La campaña también incluye una guía pedagógica para docentes titulada “El valor del juego en la adolescencia”, que ofrece herramientas para incorporar el juego como recurso educativo y de bienestar emocional.
Esta propuesta forma parte de una estrategia más amplia que comenzó con la regulación del uso de celulares en las aulas y busca avanzar hacia una vida escolar más equilibrada. El mensaje central de la campaña es claro: no se trata de eliminar el celular, sino de aprender a usarlo con conciencia. Porque el verdadero desafío, hoy, no es estar conectados, sino saber cuándo y cómo desconectarse.

