Ahora importamos chorros

Ahora importamos chorros

Por Lic. Rodolfo Florido

No es que antes no los hubiera, es que ahora se juntan, planifican, buscan “herramientas” tecnológicas y viajan planificadamente a nuestro país porque como ellos mismos dicen… “Acá está fácil”. La Oficina Central Nacional de Interpol Chile, lo certifica y los delincuentes la tienen clara. Nuestras Policías tienen dificultades a la hora de reprimir, nuestra Justicia es la más de las veces extremadamente débil punitivamente hablando y en nuestras cárceles pueden estudiar y hasta ser abogados, en su gran mayoría penalistas. O sea, turismo de cacos con Inteligencia incluida.

Algo de todo esto se ha podido conocer por los informes de Interpol Chile y las recientes detenciones de una banda especializada en robo de autos de alta gama. En el proceso de investigación se intervinieron y/o secuestraron teléfonos que demostraban que los delincuentes chilenos tienen contactos en nuestro país y planifican el “viaje laboral”. Muchos de los detenidos tenían frondosos prontuarios en Chile y pedido de detención pero no pedidos internacionales de detención. O sea, pasan a nuestro país por los pasos legales y como no hay un pedido a Interpol se radican para el crimen.

“¿Y cómo está todo por ahí? ¿Se puede trabajar? Estoy con ganas de viajar…”, quiere saber un ladrón que se encuentra en Santiago de Chile. Un compatriota instalado en Buenos Aires le responde: «Acá está fácil. Se puede trabajar con inhibidores, ‘tapitas’. También estamos haciendo ‘forados’, ‘monra’ y ‘domis’» (más adelante verán nuestros lectores que significa estas expresiones del delito).

Según la Oficina Central Nacional (OCN) Interpol Santiago, Argentina es una de las plazas preferidas de los delincuentes chilenos. Solo entre 2020 y mayo de 2022 se registraron 147 detenciones, siendo el país con más arrestos de chilenos del extranjero. Segundo se ubicó Estados Unidos, con 101. La lista se completó con Brasil (75), Francia (48), Inglaterra (43), España (35) y Uruguay (30).

En la actualidad hay 111 chilenos detenidos en cárceles dependientes del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Mientras que en comisarías de la Policía de la Ciudad se alojan otros 38. El diario Clarín se comunicó con responsables del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) para consultar lo mismo, pero no obtuvo respuesta. Berni no informa.

«Siguen viniendo porque están convencidos de que los argentinos guardamos los dólares ‘debajo del colchón», opina un investigador del Departamento Investigaciones Especiales de la Policía Federal Argentina (PFA) a cargo de una causa que culminó con la captura de otros diez chilenos a fines de agosto. Se los imputa por robos de casas y a fábricas y grandes comercios de madrugada, en la Ciudad y en el conurbano.

Mientras tanto, Juan Carlos Oyanedel criminólogo y director del Doctorado en Educación y Sociedad de la Universidad chilena Andrés Bello publicó un traba sobre 40 ladrones de casas. Se pasó un año entrevistándolos y estudiándolos. «El circuito habitual de estos asaltantes es Europa. En los últimos años se volvió común viajar a robar a Estados Unidos. Es raro que elijan Argentina», pero así sucede.

Y continúa: «Solo tiene sentido desde la dolarización. El fácil acceso a dólares siempre es un atractivo para ellos».

En los 70, 80 y 90 era muy común que las bandas de punguistas de chilenos hicieran una «escala» en Buenos Aires. Robaban billeteras de carteras de pasajeros de subte y cuando reunían ahorros compraban un pasaje a Europa para continuar sus carreras delictivas. De ahí la figura conocida como «choros europeos». Otros, en cambio, en los 90 preferían robar de lunes a viernes en Argentina, atraídos por el cambio, y los fines de semana descansaban en Chile.

De a poco se fueron formando «comunidades de ladrones chilenos» en Buenos Aires. Hubo bandas que se instalaron en Fuerte Apache, la villa La Palito de La Matanza, la villa La Cava de San Isidro y en conventillos, casas tomadas y hoteles familiares de San Telmo y Congreso. Desde allí invitaban y recibían a sus compatriotas. Algunos delincuentes, incluso, formaron sus familias y se radicaron en el país.

De punguista a especialista

Pero en las últimas dos décadas el punguista fue reemplazado por un delincuente especialista en otro tipo de modalidades, capaz de robar casas, camionetas, joyas y tiendas de todo tipo de productos y también de matar.

«Ahora existe una red de reducidores que antes no existía», retoma Oyanedel, el catedrático. «Y hay demanda de ciertos productos de lujo, por eso se roban. Hablamos de redes transnacionales. Para robar bienes de alta gama debes contar con una estructura capaz de reducir y convertir en dólares lo robado en Buenos Aires».

Nelson Peralta tenía 56 años y era profesor de Educación física. Lo mataron de al menos cuatro tiros, en su casa de Guernica, al resistirse a un robo, el 11 de agosto. Fue el último homicidio en ocasión de robo de una semana caliente, a 48 horas de las elecciones PASO 2023.

Ese mismo viernes, horas después del crimen de Peralta, se difundió la noticia de otro robo. Fue en una casa del barrio El Trébol, de Ezeiza, donde viven los padres de Luis Vásquez, ex jugador de Boca y actual de un club de Bélgica. Durante el asalto uno de los ladrones forcejeó con el padre de Vásquez y se le cayó un celular. Luego escapó en un auto junto a sus cómplices.

El teléfono terminó en manos de detectives de la PFA . Rápidamente descubrieron que los asaltantes eran chilenos. Y que venían de un raid delictivo: eran los autores del asesinato de Peralta, el profesor de gimnasia. La modalidad que usaron es conocida en Chile como «tirarse un domi», y nombrada por el ladrón escuchado en la conversación. Consiste en entrar a una casa con destornilladores y barretas y amenazar a los dueños con armas para exigirles el dinero y las joyas.

Sus dos últimos integrantes cayeron en un departamento de alquiler temporario de Villa Crespo. El 21 de agosto, en el marco de un robo a una fábrica de La Paternal, habían caído otros tres y uno murió en un tiroteo con la policía. Un día despues les tocó a otros cinco, en una entradera a una casa de La Plata. También los investigan por el robo a un local de Lacoste de Villa Crespo.

A la técnica del robo de La Paternal, lo llaman «andar de tapitas». Lo que hacen es romper los tapones de luz de calle. Eligen los viernes a la noche, cuando los comercios o fábricas cierran hasta el lunes a la mañana, y esperan 48 horas para que las alarmas se queden sin batería individual. Roban entre la noche del domingo y la madrugada del lunes. La banda detenida por las 16 camionetas habría robado escribanías e inmobiliarias en la zona de Zárate y Campana, con esta modalidad.

El líder del grupo se llama Eduardo Ignacio Sepúlveda (26), y le dicen «Macaco». «Tiene tres pedidos de captura en Chile», explica el investigador de la PFA. En 2015 pisó Argentina por primera vez. Se instaló en la zona de Congreso. Cuando la Justicia chilena ordenó su captura, hizo lo que hace la mayoría de sus compatriotas delincuentes: cruzó a Argentina. Tenía algo a su favor: no eran capturas internacionales. Por ende, si lo identificaban en Argentina, nadie se enteraba de su situación procesal.

Un detective de la Policía De Investigaciones (PDI) de Chile habla de un hábito: «es común que cuando recae una captura sobre ellos en Chile crucen a esconderse y a robar a Argentina. O si viajan sin problemas para salir y les ponen captura en Argentina, regresan a Chile».

La banda de «Macaco» era habitué de un reconocido restaurante de Puerto Madero. Llegaban llenos de cadenas de oro y en autos de alta gama, robados. Que no robaban: los compraban. «Tenían patentes de autos legales, para no ser detectados en anillos digitales o por las cámaras. Usaban algunos autos para ‘pasear’ y otros para robar», agrega el oficial de la PFA.

Desde Chile, Oyanedel cierra: «Estamos ante una nueva generación de ladrones. Son más técnicos, con más educación y con habilidades más técnicas que los anteriores. Cada uno cumple su función y son especialistas en la tarea que les asigna la banda».

Bienvenidos a este otro mundo en donde nuestra laxitud es el principal estímulo para importar delincuentes.

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