La calesita pejotista

Por Nicolás Cereijo
La política está enmarañada en lógicas viejas. Las Fuerzas del Cielo se quedan sin energía. Un contexto complejo.
Alguna vez Martín Caparrós dijo con mucha razón: “Somos un país calesita, parece que está andando, pero da vueltas y vueltas en el mismo lugar”. Lo que dejó el cierre de listas bonaerense es una prueba más. Las Fuerzas del Cielo se quedan sin pilas para despegar y deben ceder, a pedido del emperador, ante la casta. Sí, la misma que a la que venían supuestamente a combatir pero de la que necesitan para subsistir.
El presente político está enmarañado en lógicas de la vieja y tradicional política, con un electorado cada vez más preocupado por dificultades socioeconómicas y por una clase política empecinada en una agenda a contramano del clamor popular.
Y mire querido lector si no es usual, que se trata de una discusión protagonizada por dos polos enfrentados en la retórica, pero que se necesitan mucho a la vez. Cada uno construyó su relato mítico con buenos (los que lo siguen) y malvados el resto. Ambos en el ring, se pelean, polarizan y hablan de alternativas extremas así de paso sacan peso y notoriedad a cualquier expresión moderada, centrista.
Como ejemplo de lo dicho hasta el momento, me remito a Jorge Fernández Díaz en La Nación, que en su mirada sobre los armadores libertarios de la provincia de Buenos Aires sostuvo con mucho criterio que “han resuelto hacer pejotismo puro para derrotar al pejotismo. Candidatos impresentables, conversos de último minuto, camaleones y camanduleros, descuidistas y funcionarios del PAMI y de la Anses, que probablemente utilizarán el aparato estatal para ganar “con la nuestra” los comicios de medio término, constituyen una clara evidencia de que esa batalla en el barro será entre neokirchneristas y neomenemistas: un tren fantasma contra otro tren fantasma, y con pronóstico de descarrilamiento”.
Cambian los nombres, pero las formas siguen siendo las mismas. Así como de las tantas maneras que se ha expresado el clivaje civilización-barbarie en los distintos momentos de nuestra historia política.
¿Y qué dice la opinión pública sobre la calesita pejotista? Mientras que Milei sea siendo la novedad para el imaginario colectivo, continuará manteniendo su apoyo duro. Pocas ideas, debates estrafalarios de planillas Excel, alejadas del sentido común. Pero sigue siendo efectivo.
Hay una relación de amor-odio con el electorado. Dentro del sector que lo aprueba, hay un núcleo duro incondicional, cercano al 30 % (base que obtuvo que en las generales del 2023). Luego tiene alrededor de un 15 % que lo apoya, no tan convencido de sus formas y estilo pero si por representar al “anti kirchnerismo”.
Del otro lado hay más ruidos que certezas. Salvo el núcleo duro k, cercano el 30%, el resto tiene en claro lo que no es, pero no tiene para nada definido quién lo representa. Consultoras como Pulso Research o Analogías informan que alrededor de un 45% no tiene definido ningún líder opositor. Es curioso, porque es un sector que pide a gritos cambios y ser escuchados. Juventud, rebeldía, empatía, novedad. Pero se encuentra con una clase dirigente que sigue haciendo catarsis y no puede decodificar su mensaje. Por ahora, muy lejos.
El peronismo sigue haciendo de las suyas. Con sus múltiples caras, pone al desnudo el neocaudillismo típico en América Latina. Es la clara evidencia de la falta de apego a la institucionalidad y/o el gusto por las soluciones cortoplacistas. Por eso sigue siendo el modelo aceptado por la mayoría de los argentinos.
El 2025 nos encuentra en un nuevo debate pejotista. ¿Daremos el salto o estamos condenados a no salir de la calesita?